Cuando algo tiene que salir mal !
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 Published On Nov 14, 2023

Dicen que vivir ya es un riesgo.

Lo mismo ocurre con los caminos, nunca sabes lo que habrás de encontrar detrás de una curva.

Vas conduciendo por la carretera tan tranquilo y de repente se presenta un momento que nunca contemplamos y la vida te obliga a adaptarte, a las nuevas circunstancias.

Un cambio de sentido, vaya.

En mi caso el cambio de sentido ocurrió de la manera más tonta como suele ocurrir casi siempre.

Ya en Noruega, Manuel decidió que me ofrecería un fiordo, salvaje y romántico para pasar nuestra primera noche.

Y buscamos caminos diferentes dejándonos llevar por paisajes hermosos. Es increíble que pueda existir tanta belleza en un mismo sitio. Ingenuamente nos imaginamos llegando a cualquier rincón y aparcar ahí. Imposible, por más que buscamos no encontramos ningún rincón salvaje y perdido. Tal vez alguien más lo haya logrado, no fue nuestro caso.

Al fin dimos con Lyngor un pueblo tan espectacular como pequeño.

Un sitio de pintorescas casas ubicadas en un fiordo que parecía construido para encandilar turistas. Dónde el blanco, los tonos tierra y el rojo contrastaban sobre el azul inmenso del mar y un cielo manchado de serenas nubes. Ahi había un parking que nos permitía quedarnos dos noches pagando una pequeña tasa.

Y bueno, yo digo que:
Las grandes aventuras son como la vida.
sabemos de dónde partimos, hacemos planes, y en el mejor de los casos parece que todo va sobre ruedas.

Luego llega la realidad y lo cambia todo.


Ya en Lyngor Manuel salió a dar una vuelta y volvió entusiasmado a invitarme a ver el paisaje que recién había descubierto. La vista se ubicaba en lo alto de una colina, y ante nosotros se desplegó una nueva y extraordinaria perspectiva del pueblo.

Al bajar me caí.

Al principio pensamos que la sospechosa hinchazón del tobillo se debía a un infortunado esguince.

Si los futbolistas, siguen adelante, a pesar del esguince para no atrofiar el tobillo. ¿porque no habría de hacerlo una overlander?

Olvidé que no soy futbolista.

Dado que el pie me dolía, Manuel optó por desviar la ruta que habíamos previsto hacia el norte y enfilar a sitios más cómodos para recorrer.

Atrás se quedaba lo de viajar para descubrir senderos.

Aún así le pedí recorrer Oslo, y Bergen. El dolor no era buen compañero de viaje, pero no deje que me impidiera admirar la moderna capital de Noruega y el antiguo barrio de Bryggen en Bergen.

Asi viajamos de nuevo hasta Estocolmo, y como no, soy overlander. Intenté recorrerlo.

Hasta que no aguante, y tuvimos que recurrir a comprobar de primera mano si el servicio sanitario de los suecos es tan bueno como nos lo habían comentado.

Y ahí nos llegó la realidad, que no habíamos querido contemplar.

El pie estaba fracturado desde hacía diez días.

¿cómo aguanté? Soy overlander, ya lo dije!!

Me dieron a elegir el color de la escayola y esotérica como soy, elegí el color de la transmutación. Por lo menos que ayudara un poco y diera sentido al accidente.

Y así, con fractura, escayola y muletas, nos adaptamos a la segunda parte del viaje.

Pero esa ya es otra historia.

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